domingo, 17 de marzo de 2013

Confidencialidad

La confidencialidad es definida como la cualidad de confidencial, definida a su vez como "lo que se hace o se dice en confianza o con seguridad recíproca entre dos o más personas" (1).

En la práctica médica, la confidencialidad resulta entonces como un principio fundamental, un deber del médico y un derecho del paciente.

La Asociación Médica Mundial (AMM), expone en su manual de ética médica, que la confidencialidad se basa en tres elementos: la autonomía, ya que la información de una persona no debe ser dada a conocer a otros sin su consentimiento; el respeto, en la medida en que se mantiene la privacidad del paciente; y la confianza, parte esencial en la relación médico paciente.

Tomada de: http://matasanos.org/wp-content/uploads/2011/07/secreto-profesional-12.jpg

(1) Diccionario de la Real Academia Española, vigésimo segunda edición.

Confidencialidad como deber del médico

El médico tiene el deber de mantener la información del paciente en secreto. Este deber no es contemporáneo, de hecho, se ha fundamentado desde hace siglos por el juramente hipocrático: “Guardaré silencio sobre todo aquello que en mi profesión, o fuera de ella, oiga o vea en la vida de los hombres que no deba ser público, manteniendo estas cosas de manera que no se pueda hablar de ellas.” (2).

Más adelante, en la edad media, la cultura árabe sustenta también la filosofía del secreto médico, la igual que ocurrirá posteriormente con el código penal napoleónico  y las legislaciones en el inspiradas. Thomas Percival recoge, en su obra Medical Ethics (1803), que el secreto de la realación médico paciente debe ser celosamente guardado (3).

Asimismo, en la declaración de Ginebra, en 1948, se estipuló que para el momento en que una persona va a ser admitida como miembro de la profesión médica, debe prometer, entre otras cosas, guardar y respetar los derechos confiados a él, incluso después del fallecimiento del paciente (2).

El código de ética y deontología médica de la organización médica colegial del 1999, declara que el médico debe guardar secreto de todo lo que el paciente le haya confiado y de lo que él haya conocido en ejercicio de la profesión, sin que la muerte de aquél le exima del deber el secreto. En en el ejercicio de la medicina en equipo, cada médico es responsable de la totalidad del secreto (4).

(2) Manual de ética médica. Asociación Médica Mundial. Segunda edición. 2009.
(3) Secreto médico y protección de datos sanitarios en la práctica psiquiátrica médica. Alfredo Calcedo Ordoñez. Editorial médica panamericana. 2000.
(4) Derecho sanitario y responsabilidad médica. Andrés Dominguez Luelmo. Editorial Lex Nova. 2007.

Confidencialidad como derecho del paciente

El secreto médico, que obliga a todos los médicos cualquiera que sea la modalidad de su ejercicio, es inherente al ejercicio de la profesión y se establece como un derecho del paciente a salvaguardar su intimidad ante terceros (4).

La información confidencial sólo se puede dar a conocer si el paciente da su consentimiento explícito o si la ley prevé expresamente eso.
Toda información identificable del paciente debe ser protegida. La protección de la información debe ser apropiada a la manera del almacenamiento. Las substancias humanas que puedan proporcionar información identificable también deben protegerse del mismo modo (2).

El secreto médico

Se ha definido como el deber de no revelar aquellos hechos de los que tuviera conocimiento el médico por razón de su profesión y que afectaran a la esfera privada del paciente. El secreto profesional es en todo caso, una obligación derivada de la buena fe, aunque las partes no lo prevean expresamente (4).

El secreto es un punto crítico en la relación médico-paciente que presupone el respeto el respeto incondicional a la confidencia, la colaboración en el hecho no revelado, siendo el médico el depositario fiel y digno de la confianza a priori. De tal forma que la revelación hecha prescinde de la recomendación clásica de no ser contada a terceros (5).



(5) La confidencialidad en la asistencia a la salud de adolescente. Jussara de Azambuja Loch. EDIPUCRS. 2002.

Excepciones

Existen excepciones para el requisito de mantener la confidencialidad. Incluso, se dan violaciones rutinarias en la mayoría de las instituciones de salud, por ejemplo, en casos donde hay estudiantes de medicina aprendiendo a ejercer su oficio, o cuando se hace necesario el uso de traductores e intérpretes, de igual manera, la confidencialidad se ignora cuando los pacientes no están capacitados para tomar sus propias decisiones.

Grandes dilemas éticos se plantean cuando no revelar un secreto médico va contra la ley. En estos casos, es necesario que el médico conozca profundamente los requisitos legales que le atañen para que pueda analizar con ojo crítico y tomar la decisión que mas convenga. Cuando el médico está convencido de que el secreto debe ser revelado, es conveniente que se hable con el paciente para contar con su cooperación.

Reflexiones

Después de todas estas definiciones y consideraciones, se entiende que la confidencialidad es uno de los principios básicos en la buena y correcta práctica médica. 

Aunque algunas personas afirman que el término de confidencialidad es obsoleto en la práctica médica, debido a sus violaciones rutinarias cada día en la instituciones de salud, nosotros defendemos su aplicación en todos los ámbitos de la medicina por respeto al paciente y a su intimidad, sin el detrimento, naturalmente, del bien común.

Con los avances en la medicina, el crecimiento exponencial de la aplicación de las TIC's en la salud, los casos clínicos que involucran muchos actores, la telemedicina, entre otros,  el principio de confidencialidad se ve cada vez más amenazado. Es por esto, que somos nosotros, los estudiantes de medicina, quienes tenemos el deber de entender este principio no como una obligación, como se ha definido muchas veces, sino más como un deber ético del que depende en gran medida la prestación de una atención médica integral. Esta en manos de nosotros, los futuros médicos, crear conciencia de que la confianza del paciente en su médico es la base para un diagnóstico certero y, por esta razón, es necesario que se brinden garantías de que esta confianza no será traicionada.